jueves, 30 de septiembre de 2010

Music from the Penguin Cafe



En la historia de la música moderna hay grupos con un estilo realmente difícil de describir, cuyas composiciones se escapan a una clasificación cerrada de géneros. Esto le ocurre a la genial banda inglesa Penguin Cafe Orchestra, cuyo primer álbum, Music from the Penguin Cafe, publicado en 1976 y auspiciado por el sello discográfico de Brian Eno, es una auténtica maravilla compositiva.

Hablemos antes un poco del grupo, cuyo núcleo lo formaban el compositor y arreglista Simon Jeffes y la cellista Hellen Liebmann. El resto de músicos eran escogidos según lo requiriesen las piezas compuestas por Jeffes, cuya muerte en 1997 puso fin a la banda tras 24 años de trayectoria. Al parecer, el nombre tiene su origen en los delirios febriles que padeció Jeffes en 1972 tras ingerir pescado en mal estado (más información en Wikipedia).

Su música combina influencias de la música folk, de música clásica (especialmente de la música de cámara barroca) y jazz. Estilos muy dispares que Jeffes fusionaba con verdadera maestría, resultando unas composiciones en su mayoría instrumentales dónde la experimentación es la principal característica. Las portadas de sus álbumes, con un genial toque surrealista, incluyen por lo general a hombres con cabezas de pingüino en diversas actividades.

En cuanto a Music from the Penguin Cafe, hay que decir que es un disco difícil de analizar en una primera escucha. El álbum abre con Penguin Cafe Single, que tiene una melodía que parece evocar una tranquila tarde veraniega y cuyo título ironiza acerca de la poca proyección comercial de la banda. A este le sigue Zopf, compuesta por siete movimientos independientes y de diversos estilos, y en la cual podemos encontrar las únicas interpretaciones vocales del disco. Puede que la más lograda sea la maravillosa The sound of someone you love who's going away and it doesn't matter, cuyos 11 minutos reflejan a la perfección los sentimientos implicados en el largo título (algo así como "el sonido de alguien amado que se va y no importa"), desde el tono melancólico que parece dominar el principio y el final de la pieza hasta los sonidos más violentos que aparecen en la segunda mitad.

En definitiva, se trata de un álbum magnífico grabado con un gusto exquisito, para escuchar tranquilamente en la sombra de algún jardín. Un disco que se grabó completamente al margen de la escena comercial de entonces y que sigue conservando intacta su frescura y originalidad.

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